Teotihuacán (náhuatl: “La ciudad de los Dioses”), famosa por sus grandes pirámides dedicadas al sol y la luna y uno de los sitios arqueológicos más grandes e importantes, se encuentra a solo 50 kilómetros al norte de la Ciudad de México. Con un estimado de dos millones de visitantes cada año y su estatus de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, este sitio es una visita obligada durante tus vacaciones en México.
Construida entre los siglos I y VII, se dice que Teotihuacán fue una vez una ciudad santa donde se crearon dioses. La ciudad de Teotihuacán jugó un papel muy importante y vital en Mesoamérica, un área geográfica que ahora se conoce como los países modernos de México, Guatemala, Honduras, Belice, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.
Sus influencias culturales y artísticas se extendieron por esta región y más allá.
El vasto tamaño de sus monumentos son un interés particular de este sitio arqueológico, especialmente el Templo de Quetzalcóatl y las Pirámides del Sol y la Luna que se encuentran en la «Avenida de los Muertos» que atraviesa el sitio.
¿QUE MAS HAY?
A lo largo de la parte sur de la avenida se encuentra la Ciudadela, un gran patio cuadrado que cubre 38 acres (15 hectáreas). Dentro de la Ciudadela se encuentra el Templo de Quetzalcóatl (la Serpiente Emplumada) en forma de pirámide truncada; sobresaliendo de sus paredes ornamentadas se encuentran numerosas cabezas de piedra de la deidad. Las paredes del templo alguna vez fueron pintadas en rojo hematita. Las excavaciones de la Ciudadela se llevaron a cabo por primera vez durante el período 1917-20.
En 1925 se encontraron sitios de entierro individuales alrededor del templo, y a principios de la década de 1980, los arqueólogos descubrieron los restos enterrados ceremonialmente de 18 hombres, probablemente soldados que habían sido sacrificados ritualmente. La datación por carbono 14 indicó que las tumbas se prepararon alrededor del año 200 d.C. El trabajo adicional ha revelado más de 130 esqueletos de ambos sexos en fosas comunes a lo largo de los bordes del templo, así como debajo de él.
La realidad es que desde que llegas al lugar, una atmósfera mágica te envuelve y te invita a que recorras todo el sitio, imaginando que estás en otra época, y cuando regresas a la realidad, después de haber hecho un recorrido tan largo, puedes visitar la zona de restaurantes que siempre está lista con algún rico platillo propio de la región.
¡No esperes más y visita Teotihuacán!